A veces, la oportunidad de una foto aparece en el momento
menos pensado. La mayoría de las veces, me animo a decir. Y eso fue lo que
ocurrió con este atardecer.
Esa tarde subí a mi terraza a buscar la ropa que ya
estaría seca y, de paso, regar las plantas, cuando me encontré con esta
maravilla de la naturaleza: un sol rojo fuego que se estaba despidiendo hasta
el día siguiente.
Me olvidé de la ropa y de las plantas y bajé corriendo a
buscar la cámara, rogando que tuviera la batería cargada. En los atardeceres
los minutos cuentan. Subí y disparé: el resultado está a la vista. La naturaleza es mágica,
nunca me canso de decirlo.