Lista de pendientes

 

Un buen lector que se precie de tal elabora minuciosamente la lista de libros que desea leer. Suele usar libretas o cuadernos destinados para tal fin,  donde renglón a renglón va escribiendo, con entusiasmo casi adolescente, ese catálogo de títulos que lejos de satisfacer su hambre literaria, lo aumentará aún más. Escucha programas de radio, televisión o podcast donde el columnista especializado trae la última novedad o saca del baúl de los recuerdos el clásico infaltable. Y el lector toma nota.

Sigue por redes sociales a distintas cuentas en las que otros lectores reseñan lo que van leyendo. Y el lector toma nota. Visita sitios en internet que le informan los lanzamientos editoriales de la próxima temporada o recomiendan cuáles son los libros imperdibles para leer en las vacaciones. Y el lector toma nota. Intercambia con amigos y conocidos los títulos que van leyendo y que el otro tienen que leer si o si. Y el lector toma nota. Se para frente a la vidriera de la librería del barrio para ver qué hay de nuevo, cuál es el próximo libro que quizás compre o pida de regalo. Y el lector toma nota. Y esa lista de pendientes sigue y seguirá creciendo aunque quien la realiza sea consciente, no sin un dejo de tristeza, de que no le alcanzarán las vidas para poder cumplirla.