Es sabido que cualquier enamorado está habilitado para bajar la luna, pero no todos conocen a ciencia cierta cómo hacerlo.
Es sabido que cualquier enamorado está habilitado para bajar la luna, pero no todos conocen a ciencia cierta cómo hacerlo.
Un buen lector que se precie de tal elabora minuciosamente la lista de libros que desea leer. Suele usar libretas o cuadernos destinados para tal fin, donde renglón a renglón va escribiendo, con entusiasmo casi adolescente, ese catálogo de títulos que lejos de satisfacer su hambre literaria, lo aumentará aún más. Escucha programas de radio, televisión o podcast donde el columnista especializado trae la última novedad o saca del baúl de los recuerdos el clásico infaltable. Y el lector toma nota.